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martes, 21 de abril de 2009

Historias de un bar (Parte Dos)

He decidido continuar el post anterior, y como no escribo teatro, lo mezclé (porque sólo así lo pude hacer jaja) con un poco de poesía, un poco de prosa, y un poco de mí misma.



Demmian: Te ves hermosa hoy. Sé que esos jeans te encantan.

Demmian en verdad no quiere decir eso, sino más bien que piensa cuidarla, a medida que la deja ser.

Sally: (Irónica, divertida.) Ahora sos espía, ¿eh?
Demmian: (Sonriendo, entregándose.) Ahora soy guardián.
Sally: (Realmente curiosa.) ¿Mi guardián? ¿Vas a encerrarme en una esfera de cristal para que nada me pase? ¿NADA?
Demmian: No tu guardián, de tu alma. Y no, no voy a encerrarte, más bien a dejarte libre. Porque sos como un pájaro... Sos más bella en el aire, en TU aire. En tu mundo, con tus sueños. Una jaula no protege, es absurda. Esa jaula deja pasar las balas de los cazadores, es atarte. No me gustás atada, no te quiero esclava. Sería tu esclavo, pero eso no viene realmente al caso. Te quiero libre, original, Sally. Te quiero, Sally.
Sally: (Pensativa. Tal vez pensamientos fingidos, tal vez no.) Realmente... Me dejás sin palabras.

Mientras Sally piensa, un niño se acerca y ofrece una rosa. Demmian no se percata y la besa con suavidad, y sin prisa alguna. El niño aún espera. Demmian lo ve, y es entonces cuando le da un billete grande por descuido, o quizás por el encanto del momento, del beso, del aire, y toma la flor, entregándosela a Sally, haciéndola sonrojar nuevamente. Inspirándola, también, a no quedarse sin palabras.

Sally: ¿Sabés algo? El amor es la raíz de todo. De los números, por ejemplo. Los números no son más que una sombra del amor. Una sombra de los niveles de amor... Infinitos niveles, infinitos números. Igual que la biología, está basada en el amor. Las células lo conforman todo, eso dicen ¿no? El amor es, en realidad, quien lo conforma todo. Sin el amor, no habrían células. Ni números, alguien debe amar pensar en números. ¿Qué pensás? ¿Estoy muy loca yo?
Demmian: (Observando cada detalle de su ser, esos gestos de mujer, esos dos caminos de paz dentro de sus ojos almendra.) No estás loca, sos loca. Como pocos lo son. Como pocos pueden. Naciste loca, y voy a enloquecerme con vos. Si me dejás, claro. Naciste loca, y loca estarás siempre. Pero si no estuvieras loca, ¿de qué serviría que yo esté acá, con vos, tan embobado con tus rasgos, tus palabras, tus rayes?
Sally: (Más pensativa aún.) Sé que no lo estoy demostrando, y no sé por qué, pero me hacés suspirar. No entiendo cómo puedo estar tan calmada. No lo sé.
Demmian: ¿Puedo besarte el abdómen?
Sally: ¿Puedo escapar a tu mente?
Demmian: Sos mi mente.
Sally: Vámonos.

domingo, 19 de abril de 2009

Historias de un bar.

Y ahí es donde entra Sally. Aquel bar. Lances y miradas. Y lo mira, lo reconoce. Sabe que es él, porque su alma es la única que brilla con verdad. Es la única que brilla para Sally. Él la mira, sus ojos la saborean, la miman, la encienden. Sus zapatillas verdes de lona se alzan por el aire, una primero, la otra después. Y así llega, con piernas flojas, sonrisa grande, adrenalina, esta preciosa dama a la mesa. A destino. Mientras los ojos de Demmian, el poeta delirante que haría que Sally se saliera de contexto en una dulce habitación, la cobijan. Ella está impregnada de naturaleza, desde sus ojos, hasta sus manos. Sus jeans gastados, su cabello corto -"porque es más práctico", decía-, su remera anaranjada y su sabiduría, captan la atención del poeta de manera notoria, puede dejar ver que ansía agarrarle las manos fuerte y suavemente -y eso sí se puede lograr- y cuidarle el alma por el resto de sus días. Él sabe que puede, sabe cómo hacerlo. Sabe que va a lograrlo, y no importa cómo, ni si es o parece alocado: el hecho de haberle mandado poemas vía correo, así ella viva a veinte minutos caminando de su casa, ya había sido, en sí, considerada una locura. No sería ningún riesgo confesarle su amor de frente, ahora se siente con fuerzas.
Demmian:- Sí.
Sally:- (Sonriendo. Esperando algo sorprendente, sabiendo que hay algo más que un "sí" desubicado.) ¿Sí qué?
Demmian:- Sí, me enamoré.

Sally ya no está sonrojada, está violeta de vergüenza. Ambos sonríen, y el café se les enfría. El resto para el acto siguiente :)