Era tan bonita cuando se fue. Yo no la vi venir, tampoco la vi marcharse. Era tan preciosa. Yo la quería. La besaba todos los días. Parecía frágil, pero yo sabía que no se iría. No podría caerse, sabía que era fuerte. Volvería. Lo soportaría. Pero tampoco yo tenía por qué hacerle sufrir así. Soportar toda esa carga emocional que ella suponía. La sentía en su espalda. En su centro de energía azul. Un azul cambiante, que mutaba todos los días para mí. Tal vez fui egoísta,
ella tenía que seguir también con su destino. Tal vez alguien la encuentre. Tal vez ya la encontraron. Nunca la besarán como yo la besaba, pero la besarán a su modo. Y espero a ella le guste. Que le guste mucho, espero.
Pensé que llegaríamos a viejas, las dos. Ella en su lugar. Y yo en el mío. Que conocería a mis hijos, que tal vez sería lo azul en la boda de alguna de ellas. O lo viejo. Ya estaba vieja... Era tan bonita cuando se fue.
Yo no la vi venir. Jamás la vi venir.
Tampoco la vi marcharse.~